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Las recaídas en el consumo de alcohol

La dependencia al alcohol es una enfermedad, clasificada como tal en el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales) y aunque se puede tratar, tanto con medicación como con psicoterapia, es una enfermedad crónica que aún no tiene cura. Por eso, es frecuente que aunque una persona abandone el consumo de alcohol, durante su proceso aparezcan recaídas.

Las recaídas no son un fracaso del proceso terapéutico, sino que forman parte del mismo.

Situaciones en las que no podemos hablar de recaída.

Como explicamos en el artículo "Estadios de cambio en el paciente con drogodependencia", existe un proceso bastante largo desde que la persona empieza a identificar las primeras señales del problema hasta que decide abandonar el consumo y busca ayuda profesional. Este proceso no es lineal y la vuelta al consumo se realiza de forma frecuente. Esto es interpretado, frecuentemente, como "un paso atrás" tanto por parte de la persona que consume, como por parte de su familia.

En esta etapa, no podemos hablar de una recaída, ya que aún no hemos completado el proceso. La mayoría de los autores coinciden en señalar la existencia de una etapa de acción (la persona deja de consumir e inicia cambios reales en su estilo de vida), que dura al menos 6 meses y posteriormente, una etapa de mantenimiento donde el estilo de vida de la persona que ha abandonado el consumo debe haber cambiado por completo, instaurando nuevos hábitos de vida saludables. Cuando se alcanza esta etapa, es fundamental trabajar sobre la prevención de recaídas.

Tampoco podemos hablar de recaída si el paciente ha iniciado el proceso de cambio e incluso ha dejado el consumo de alcohol, pero no existe conciencia de la enfermedad, es decir existe abandono del consumo de alcohol pero realmente no se realizan cambios en el estilo de vida. Esta situación es muy frecuente al principio en una persona que tiene problemas con el alcohol y que deja de beber e incluso acude a terapia, por la existencia de un beneficio secundario: para evitar problemas legales, para no perder a la pareja o a los hijos, etc.

¿Qué es entonces una recaída?

Una vez que el paciente ha completado su proceso terapéutico y se encuentra en la etapa de mantenimiento, pueden también producirse recaídas.

En esta fase es importante diferenciar dos conceptos: consumo puntual y recaída (Marlatt y Gordon, 1985).

- "Lapso", "desliz", "caída temporal" o "consumo puntual": es el primer consumo después de un periodo de abstinencia. Estos lapsos pueden ser consumos esporádicos o episodios de consumo intenso durante algunos días.

- Recaída: supone el retorno a la conducta dependiente, recuperando o no los niveles de la línea base anterior al tratamiento. Supone continuar con el consumo de alcohol después del desliz inicial y volver a establecer estilos de vida incompatibles con la abstinencia.

La vuelta al consumo, ya sea un consumo puntual o una recaída, conlleva un gran sentimiento de culpa y fracaso para la persona afectada que puede hacer que la motivación, que tiene un papel fundamental en el proceso de cambio, disminuya de forma significativa. Es fundamental que en esta situación, un profesional le explique la diferencia entre estas dos situaciones y le estimule para que continúen con el tratamiento.

Es una creencia errónea también que la vuelta al consumo anula lo que la persona había logrado. En realidad, muchas modificaciones y logros son mantenidos, sólo debemos aprender a identificar y trabajar sobre las señales que precedieron al consumo. El proceso de prevención de recaídas es largo y difícil.

Situaciones que con más frecuencia conducen a una recaída.

Un mito sobre la recaída es que ésta ocurre en el momento en que la persona empieza a consumir alcohol y, por tanto, es algo que nunca se puede evitar. En realidad, la recaída comienza días antes, con exposiciones inadvertidas a situaciones que preceden al consumo de alcohol. Se producen cambios en los pensamientos, en las emociones y en el comportamiento que nos señalan la situación de riesgo.

A lo largo del proceso terapéutico pero especialmente en las etapas de acción y mantenimiento, la persona debe aprender a identificar aquellas situaciones o estímulos que con más frecuencia en su caso conducen a una recaída, para así poder trabajar sobre ellas y evitar que se produzca la vuelta al consumo.

- Pensamientos persistentes relacionados con el consumo.

- Emociones negativas como la frustración, la ira, la ansiedad o la depresión.

- Situaciones de conflicto en las relaciones interpersonales, ya sea con la pareja, con la familia o con sus compañeros de trabajo.

- Aislamiento de las personas queridas, amigos y familia.

- Retomar contacto con amistades y lugares asociados al consumo de alcohol.

- "Prueba de control personal": un error muy común, quizá ocasionado por la creencia errónea aún existente de que "la persona con dependencia al alcohol es débil", es poner a prueba la capacidad de controlar el consumo. Una prueba de "fuerza de voluntad" que consiste en intentar beber sólo una copa y luego interrumpir el consumo, sin perder el control.

- Presión social: uno de los factores que con más frecuencia resulta responsable de las recaídas es, sin duda, la influencia de otra persona o un grupo. Desarrollar habilidades sociales debe ser considerado una parte fundamental en muchos casos en el tratamiento de la dependencia al alcohol.

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