Cómo influye el alcohol en la tercera edad
El consumo excesivo de alcohol y la dependencia alcohólica, en nuestro medio, constituye uno de los principales problemas a los que se enfrenta la sociedad actual.
Este fenómeno afecta a amplios grupos de edad, incluso a los ancianos, no siendo, como generalmente cabe pensar, exclusivo de los segmentos más jóvenes de la población, lo cual a su vez contribuye a no prestar atención a este problema en la población anciana.
El alcoholismo en los mayores de 65 años es un grave problema de salud, en muchos casos infravalorado ya que, en este segmento de edad, las personas suelen presentar de forma simultánea otra patología que puede enmascarar los síntomas de la dependencia alcohólica (temblor, insomnio, pérdida de memoria…) y que generalmente suelen atribuirse erróneamente al propio fenómeno de envejecimiento.
¿Qué factores predisponen al consumo excesivo de alcohol y a la dependencia alcohólica en la tercera edad?
En gran medida, el desarraigo familiar, la mala situación social y económica a la que se enfrentan en muchos casos las personas de este grupo de edad, así como el síndrome de nido vacío, cuando los hijos se marchan del hogar; o la soledad del paciente cuando fallece su cónyuge, son los desencadenantes más habituales de las conductas abusivas de sustancias, entre ellas, el alcohol, en los ancianos.
¿Cuándo podemos sospechar la existencia de abuso de alcohol en personas ancianas?
Esta enfermedad puede manifestarse de diferentes maneras en este grupo de edad.
Inicialmente, se caracteriza por un estado progresivo de aislamiento social, en muchos casos acompañado de síntomas depresivos, que pueden en muchos casos aparecer antes incluso del inicio del consumo de alcohol. Generalmente, se acompaña de déficits en el cuidado personal y mal control de las enfermedades de base del paciente (diabetes, hipertensión…).
Posteriormente, la persona irá desarrollando síntomas como la pérdida de memoria, caídas frecuentes, alteraciones del sueño, déficits de coordinación y movimientos anormales.
La fase de abstinencia, es decir, la fase en la que la persona lleva tiempo (generalmente unas horas) sin consumir alcohol muestra los síntomas clave de la enfermedad. Sus síntomas son muy variados pero los más frecuentes son ansiedad, temblor, sudoración profusa, debilidad, taquicardia e incluso alucinaciones y convulsiones en los casos más severos
¿Qué consecuencias sobre la salud podemos esperar del consumo de alcohol en el anciano?
El abuso de alcohol a estas edades se relaciona con el desarrollo de diferentes enfermedades tanto a nivel físico como psíquico.
A nivel físico, se desarrollan procesos de diversa gravedad, que puede ir desde anemias por déficits vitamínicos, hasta enfermedades graves como la hepatitis, cirrosis hepática, pancreatitis, enfermedades cardiovasculares entre otras, pero que pueden acarrear en un plazo más o menos largo la muerte del enfermo.
En la esfera psicológica, lo más característico es la asociación de trastornos emocionales, depresión, alteraciones de la memoria, disminución de la capacidad de atención, disminución de la coordinación de los movimientos y riesgo elevado de caídas, con el consecuente alto riesgo de fracturas.
Asimismo, en los ancianos, estos problemas suelen desarrollarse de una forma mucho más rápida que en otros grupos de edad, de ahí que sea especialmente importante llevar a cabo una detección y tratamiento precoces en esta población.